Cazadora de ficciones


Casa Fibra es un proyecto editorial hecho con entusiasmo amateur y mutante para compartir con el mundo expresiones artísticas que valen la pena. 

Txt. Etienne Baigorri | Ph. Iara Kremer - @iar_



Fibra es la suma de tres años de buenas excusas. Excusas que construyó Flavio Affonso, su fundador, para sacar el know how de aquellas cosas que siempre le gustaron, como la edición, pero que no tenía ni media idea de cómo llevar a cabo. “Es una casa editorial que nuclea todas las cosas que me gusta hacer y a través de la cual puedo aprender a hacerlas yo mismo, como armar las publicaciones, distribuirlas y contactar a la persona que trabajará conmigo en cada una. Igualmente, no lo hago simplemente para mí, sino también para contarlo y compartirlo con mucha más gente”, explica Flavio. En ese esquema, Fibra se presenta como una cazadora recolectora de ficción en la vida cotidiana, porque “desde la ficción se puede emerger una nueva realidad”, asegura Affonso, periodista con una carrera de publicista a medio hacer. 

“Es un poco como decía Cortázar, es un poco como el amor, es algo que no se puede elegir, es un rayo que te parte la cabeza y te deja clavado en el medio del patio”

El proyecto es un rompecabezas. Una de sus piezas son las ediciones. Sin lo trash de los fanzines, estéticamente impecables y publicados sólo cuando amerita, reúnen el trabajo de algún artista de cualquier lugar del mundo, luego de una selección basada puramente en el capricho de Flavio. “Es un poco como decía Cortázar, es un poco como el amor, es algo que no se puede elegir, es un rayo que te parte la cabeza y te deja clavado en el medio del patio”, parafrasea a Rayuela. Las ediciones no escapan a los años y cada una ha ido nutriéndose de su propia identidad: Aimanville, que es de las primeras, es un relato de textos y dibujos de Flavio. Siguieron Colección Esponja y Cíclope, y entre las últimas se puede nombrar a Semillas, Las Vidas y Magnífico. 

Entre las publicaciones se encuentra la Colección Sr. Dalton, de fines del 2011, en honor al primer hombre que pudo ver en escala de grises. Consta de cinco libritos cuidadosamente pensados, como si fueran una muestra fotográfica de autores de distintos países. Cada edición trae en el medio dos posters y están impresas en papel blanco en monotono. Un azul pálido reviste la edición con las fotos del barcelonés Adriá Cañamerasla. El verde también está presente en Sr. Dalton, a través del ojo fotográfico del argentino Andrés Lehmann. Para la fotógrafa de 26 años Sumeja Tulic, de Sarajevo (la capital y ciudad más poblada de Bosnia-Herzegovina) se escogió un rojizo. En cambio, el blanco y negro imperan en la edición en la que participa Ada Hamza de Ljubljana, la capital de Eslovenia, quien prefirió mostrar las piezas que arman su diario de verano. 


Fibra Casa Editora es un experimento que se dio naturalmente, fruto de esa búsqueda y curiosidad que Flavio escupe por todos lados. Por eso, como proyecto es indescifrable: a las pequeñas ediciones se suma la web dónde Affonso despunta el vicio de la entrevista, que prefiere resignificar en charlas informales, y acerca al lector a propuestas de lo más variadas, en la sección “Explora”. Allí aparece Joscha Bruckert, la mente que ideó la revista alemana de fotos Romka, una especie de álbum colectivo con ins-tantes de vida congelados en fotos. También incluye músicos como Pablo Malaurie o el escultor holandés Theo Jansen, conocido por su obra Animaris (animales de playa), en la que buscó construir una nueva naturaleza, y el artista sueco Ekta (Daniel Götesso), como para nombrar algunos. 

La historia de Fibra está llena de esos detalles que asombran al propio creador sobre el poder de su proyecto. “Un día me llegó un mail para que envíe las ediciones a una librería independiente de Japón, también están en Barcelona y en Madrid. Es una locura llegar a lugares así, miro las fotos y no puedo creer que algo que yo imprimí acá, que doblé a mano y que metí en el baúl del auto para enviar, después está en esos lugares del otro lado del mundo. Eso está buenísimo, nunca sabés a dónde te puede llevar”, cuenta. Más raro se vuelve todo cuando se trata de tan pocas pu-blicaciones: no hay más de doscientos ejemplares de cada edición. Es que Affonso repara en el verdadero sentido del compartir y quiere “que haya poquitas pero que cualquiera que las encuentre en cualquier lugar se las pueda llevar”.

www.casafibra.com.ar




El infierno del artista


En Buenos Aires, como invitado especial del Puma Urban Art, charló con Cultra sobre la dificultad de satisfacer sus propias exigencias. 

Txt. Lucía Levy - @misslululevy
“Seguramente recorra la ciudad para pintar alguna pared. Lo hice en México y en Brasil, y también quiero dejar mi marca acá”, dice Tristan Eaton, el artista norteamericano que fue el invitado estrella de la última edición del Puma Urban Art en el Centro Cultural Recoleta. A los 18 años creó su primer juguete para Fisher Price, y desde entonces es considerado como un artista innovador en el mundo del diseño de juguetes. Además de su trabajo personal – que forma parte de la muestra permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) -, Eaton es parte de Trustocorp, un colectivo artístico cuyo objetivo es señalar satíricamente la hipocresía de la raza humana. 

Esta fue su primera visita a la Argentina y durante la charla que tuvo con Cultra habló sobre sus diferentes personalidades artísticas, lo cruel que puede ser la autoexigencia y reconoció que la búsqueda de belleza y la ilegalidad del graffiti son los motivos por los cuáles ama su trabajo: “A mis 35 años aún hago cosas ilegales, siempre lo hice y me encanta. Se siente demasiado bien”. 

¿Estás de acuerdo con la idea de que un artista es alguien que siempre necesita hablar de lo que siente?
En un aspecto muy personal, creo que mi parte artística se hace evidente cuando tengo algo dentro que pide a gritos salir. La única manera que conozco de satisfacer ese sentimiento es haciendo imágenes o pintando. No siempre tengo algo que decir, a veces es sólo cómo me siento, y el arte es la manera de expresarlo. Trabajo con diferentes apodos, y estas diferentes personalidades me permiten explorar otros mundos.

¿Cuál de estas personalidades te gusta más?
No tengo preferencia por ninguna, pero a veces me siento celoso de alguna de ellas. Por ejemplo, si una galería o revista me pide un trabajo de Trustocorp me pregunto por qué les gusta más ese costado mío y no el personal. A veces me llaman y ni saben que también trabajo en Trustocorp. Ese trabajo tiene más que ver con la sátira política y cosas que necesito sacar de mi pecho relacionadas a cómo veo el mundo. Mi trabajo personal es mucho más introspectivo y tiene que ver con la búsqueda de la belleza, hay mucho más dibujo y pintura. 

"No quiero que mi personalidad se inmiscuya en lo que los demás ven, no quiero que vean mi personalidad en mis obras y que piensen distinto de mis trabajos."

¿Entonces la belleza es lo que más te inspira? 
No, creo que es más un objetivo que una fuente de inspiración. Con mi trabajo personal intento alcanzarla, llegar a la belleza. Igual, nunca estoy satisfecho con mis obras. Cuando las veo siento que estoy en un camino que me lleva a algún lado, es un proceso más que algo terminado. Soy muy obsesivo con mi trabajo, siento que es algo necesario. Por ejemplo, recién estaba dando una vuelta (en el Centro Cultural Recoleta) y la verdad es que me gustaría que los posters estuvieran enmarcados y no simplemente colgados como lo están. Trabajamos tan duro, deberían ver los pósters originales, están hechos en madera y los colores fueron impresos uno por uno. Es un trabajo de la puta madre. 

"Lo único que quiero lograr es superarme día a día, y mis estándares son extremadamente altos."

Tus sentimientos están muy expuestos en tu trabajo más personal, es casi como estar desnudo, ¿cómo se siente eso?

Mi trabajo en Trustocorp ha sido anónimo por mucho tiempo, así que es un alivio entrar en una galería de arte y que nadie sepa que ese es mi trabajo. Eso sería lo opuesto a lo que me pasa con mis obras personales porque no estoy tan en bolas, y me alivia porque se cómo se siente lo otro. Cuando mis obras más personales se exponen, todo mi esfuerzo está puesto ahí y es una muestra de mi talento, pero para algunas personas quizá no sea suficiente. Por eso a veces es intimidante y por eso prefiero el trabajo anónimo. No quiero que mi personalidad se inmiscuya en lo que los demás ven, no quiero que vean mi personalidad en mis obras y que piensen distinto de mis trabajos. 

¿Qué pasa cuando ves tu trabajo terminado?
Hay veces que me siento separado de él, como alienado. Incluso me pasa que me siento intimidado, me da miedo no poder hacerlo tan bien la próxima vez. También sucede que me sorprendo a mí mismo cuando me doy cuenta de que para hacer un trabajo pasé de una fase a otra, y me da temor no poder hacerlo nuevamente. 

¿Cómo te llevás con las críticas y con las opiniones ajenas?
La presión para ser mejor viene de mí. Desde que tengo 18 años pinto donde se me canta y nunca me interesaron las críticas ni lo que dijeran los demás. Creo que esto pasa porque lo único que quie-ro lograr es superarme día a día, y mis estándares son extremadamente altos. Escucho las críticas pero trato de que no me condicionen. Todos mis amigos siempre me dicen que no tengo que ir tan lejos, que no necesito hacer ese 20 por ciento extra, pero lo hago y me mato por alcanzar mi propia meta. Hay veces que es un infierno. 

tristaneaton.net/

Fuera de las casillas

Irana Douer, la artista que se animó a la galería y a la revista propia.
Txt. Etienne Baigorri | Ph. Laura Grosskopf - @laugross




Las definiciones limitan, son mezquinas y siempre dejan cuestiones por fuera. Por eso, Irana Douer prefiere no etiquetarse para poder seguir creciendo mientras resiste al archivo. Dibujante, ilustradora, pintora, directora de la revista digital Ruby y de la recién nacida galería de arte homónima, superó las barreras de la escena artística local hasta convertirse en una de sus favoritas. 

Su camino fue al revés: explotó primero afuera, hace ya casi diez años, cuando la llamaron de una universidad de Estados Unidos para hacer una ilustración, por la que le iban a pagar. Alguien dio con su Flickr o con su Livejournal, hoy un prehistórico diario íntimo laboral online que antecedió al blog, y la mezcla entre lo naif y lo violento de sus dibujos evidentemente gustó tanto que la contrataron. Hasta ese momento Irana entendía su arte como un pasatiempo, sus primeros trabajos los intercambió a través del trueque con pares de todo el mundo, pero que eso se convirtiera en su empleo real era impensado. “Antes era un hobby, ahora es un trabajo. Por eso estoy tratando de recuperar un poco eso. Hay que recuperar el por qué uno hizo y empezó con todo esto”, insiste. 

Los aplausos con las muestras en el exterior dejaron lugar para pocos rechazos, pero finalmente fueron ellos los que despertaron la creatividad: “Me empezó a salir esa cosa de querer seleccionar yo también, porque veía un montón de cosas que me gustaban y que no aparecían, siempre se veía lo mismo. Y así empecé Ruby, para mostrar lo que a mí me gustaba. Un cursito de flash y listo”, recuerda esta licenciada en artes visuales. Ese emprendimiento sigue siendo su niño prodigio: Ahora Ruby Mag, que también tiene libro propio editado por Gestalten y que se consigue en todos los museos del mundo, además es una galería de arte que Irana inauguró a fines de marzo con una exposición de Luciana Rondolini. Las muestras irán más allá y traerán al presente oficios casi olvidados, durante el año el espacio será intervenido con esculturas en cerámica, fotos, dibujos, grabados y las puertas están abiertas para nuevas propuestas. “Me copa que el local esté lleno de gente mostrando su arte, yo voy a estar acá, así que los espero”, invita. 

La idea es que el espacio funcione como un lugar de encuentro entre artistas de todo el mundo, que Irana supo contactar a través de la revista. Pero no se queda ahí, la consigna según esta multifacética mujer que odia que la encasillen es “vivir el arte, darle un sentido utilitario y accesible a todos”. Por eso, en la galería de Céspedes 3065, los visitantes además de ver la muestra de turno podrán comprar objetos propios y ajenos, dibujos, prendas y hasta fanzines, germen de muchas de las ideas de Douer. 

“¿Cuánta gente se baja las fotos y las guarda en una carpeta? bueno, yo las muestro. Es como armar un favoritos pero para que lo vea todo el mundo, literal. Así como me gusta dibujar, me encanta ver obra ajena."


“Ruby ganó, quiero pensar, por el ojo distinto, porque es una selección dentro de la selección”, supone su directora. Seguramente esa búsqueda original y ese contacto mundial en un solo link fue la receta que muchos de sus seguidores necesitaban. Ruby es otra forma de coleccionar. “¿Cuánta gente se baja las fotos y las guarda en una carpeta? bueno, yo las muestro. Es como armar un favoritos pero para que lo vea todo el mundo, literal. Así como me gusta dibujar, me encanta ver obra ajena, quie-ro tenerla”, resume. Este toque auténtico fue una de las palancas que le otorgaron a Ruby Mag por segunda vez consecutiva un stand propio en el Barrio Joven en la Feria de arte Contemporáneo ArteBA, que se desarrollará entre el 24 y 27 de mayo. 

Irana es parte de esa nueva ola de artistas que revolucionan el concepto acartonado de lo artístico y discuten sus límites con cada obra. “A mí me copa que la gente tenga algo mío. Sea un prendedor, una bolsa de tela, o un cuadro colgado en su casa. No sólo es la ilustración, sino el arte aplicado”, asegura mientras desafía a todos aquellos que ven al arte sólo como una cuestión de culto. En última instancia, esa visión también ayuda a empujar a esta disciplina de su pedestal y a que sus creadores puedan ganarse la vida sin ser los outsiders del sistema. Y esa es la apuesta de su proyecto: “Yo con Ruby me la estoy jugando, lo hago por placer, obvio que me encantaría que funcione para vivir de esto y no tener que hacer otras cosas, por eso estoy con las muestras, tratando de que no se convierta sólo en un negocio, sino que sea algo que a mí me guste. Al final, Ruby funcionó porque eran cosas que a mí me gustaban y a la gente le copó. No quiero perderme en esa rueda de lo que supuestamente funciona”. 

ruby-mag.com.ar

facebook.com/rubymag



Sie7e tiene una ganadora

En su séptimo aniversario, el portal informativo sobre diseño gráfico y comunicación visual DGCV, creó una convocatoria para estudiantes de todo el país con la consigna de homenajear los años de trabajo para y junto a la comunidad de diseñadores. El jurado (compuesto por Graciela Goncalves (a.k.a Animalito Land), Blue Vertigo, Be Creative or die, Sael, Nashi Contenidos, Espacio Virgen y DGCV), seleccionó a Nair Carolina Mazzeo como la ganadora, quien obtuvo como premio capacitaciones gratuitas, libros y difusión en medios gráficos y online. 

Nair Carolina tiene 24 años, vive en Quilmes, es estudiante de ilustración y de la licenciatura en diseño y comunicación visual de la Universidad Nacional de Lanús. Sie7e es el primer concurso en el que participa y haberlo ganado la sorprendió. “Me gustó la forma en que propusieron el trabajo, todas esas locas asociaciones con el número siete, me tentaron”, cuenta y reconoce que fue la primera vez que pudo dejar de lado las excusas y pretextos que evitaban que se animara a participar: “Esta vez me ocupé de la convocatoria como si fuese un trabajo más, con una fecha de entrega, un destinatario y con mucha pasión. Parece que funcionó”.

naircarolina.com.ar

behance.net/naircarolina 

Con sentido urbano

Franco Fasoli, artista argentino que recorre el mundo con sus obras, habló con Cultra sobre su pintura y el circuito internacional del street art al que pertenece.

Txt. Gonzalo Sánchez Segovia · @gonzalo_ss | Ph. Laura Grosskopf - @laugross


Cuando tenía quince años, en 1996, Franco Fasoli empezó a pintar grafitis en las paredes de Buenos Aires. Era la década del noventa y la cultura grafitera recién empezaba a desarrollarse en la ciudad.  Franco venía del palo del skate y estudiaba en la Escuela Nacional de Cerámica: “En ese momento no había prácticamente grafiti en Buenos Aires y lo poco que se veía venía de Brasil. Mis abuelos eran pintores y mis tíos escultores, todo eso pesaba mucho, pero me interesaba la parte más divertida: salir a vivir la adrenalina que había en la calle”.

Lo que empezó como rebeldía y diversión, mutó en un estilo propio y más consciente de lo que el arte callejero representa. Hoy, Franco, también conocido como JAZ, recorre el mundo pintando murales, exponiendo en galerías y participando de festivales en el cada vez más grande circuito mundial del street art. Sus obras se pueden ver en muchas ciudades de Latinoamérica, como San Pablo, México D.F. y Santiago, en casi toda la Costa Este de Estados Unidos, y en muchas capitales europeas, como Madrid, Berlín y Oslo. “En 2005 hice mi primer viaje solo y vi la diferencia entre el grafiti prematuro que había acá y lo que estaba pasando en Europa. En Barcelona, el mo-vimiento de artistas jóvenes era un movimiento homogéneo que empujaba toda la movida cultural. Fue como un sopapo para mí”, recuerda.

"Pinto sin la pretensión de que mis obras se 
conviertan en patrimonio de la ciudad"



Ahí dejó los aerosoles: “Empecé a utilizar más el espacio y otros materiales que tuvieran más relación con la calle, como asfalto, nafta o cal. Salí a pintar con los pintores políticos para entender cómo se movían, sobre todo en Buenos Aires. Las temáticas se amoldan al tipo de material que uso”, cuenta.  Más tarde, el arte callejero explotó en el mundo de la mano de Banksy y otros referentes, como Blu y Os Gêmeos. “Rompieron esa brecha entre lo contracultural y el mainstream, y se generó un circuito más tradicional. Hoy hay una contradicción entre cómo nació y en lo que se convirtió -critica-. Se alivianó mucho en cuanto a la implicancia política que podían generar algunos artistas”. 

Franco explica que el hilo temático que sigue en sus obras está relacionado con la confrontación y cierto tipo de conflictos, algunos personales: "Investigué sobre los enfrentamientos característicos de cada lugar. Empecé con las barrabravas, por la distancia que me genera. A partir de ahí busqué relación con otro tipo de enfrentamientos que se dan en Latinoamérica, como el Tinku, en Bolivia”.


Uno de los problemas del arte callejero es que las obras son efímeras, ya que al estar en espacios públicos pueden ser destruidas o tapadas. Y aunque parezca un trabajo gratuito, la calle da visibilidad a muchos artistas que más tarde se insertan en el circuito de arte comercial. “Pinto sin la pretensión de que mis obras se conviertan en patrimonio de la ciudad. Me interesa trabajar en la calle, compartir experiencias de la gente. El rédito por hacerlo sigue siendo muy personal, pero establece a los artistas del arte urbano dentro de las galerías”, reconoce.

"La mayoría de los festivales se concentran 
en algo muy pedorro que es embellecer un 
barrio, pero sin un sentido"

Si bien pintar en Buenos Aires es fácil, no existe un circuito comercial. “Ahí está la contradicción de Londres, donde te multan por hacer cualquier cosa en la calle, pero donde más soportan este movimiento dentro del mercado. En cambio, Buenos Aires te permite desarrollarte de una manera muy fácil y es súper abierta, tanto desde la gente como desde la política, pero es muy difícil como ámbito comercial. Si Banksy hubiese surgido en Buenos Aires no hubiera resultado provocador. Pintar en la ciudad más vigilada del mundo de manera clandestina es un acto político y tiene sus implicancias. La que mejor amalgama todo es San Pablo”, reflexiona.

Mientras los artistas trabajan, los transeúntes cuestionan el por qué, el dónde y el cómo de la obra. Se identifican y dan su opinión. “Eso es súper interesante. Lo triste es que se pierde esa bitácora de viaje y de experiencias, habría que desarrollar un poco más el trabajo sociológico en torno a lo que se genera alrededor de la obra, que es efímera. La mayoría de los festivales se concentran en algo muy pedorro que es embellecer un barrio, pero sin un sentido”, observa JAZ. 

Este año prepara una muestra individual en Bélgica, una colectiva en Berlín y un festival en Estambul, junto a otros proyectos en Austria y San Pablo. De todas maneras, Franco trata de volcar su experiencia internacional para generar movimiento en Buenos Aires, como en 2010, cuando fue curador de una muestra en el CCEBA junto a Fernando Brizuela. “Es difícil plasmarlo – admite-. Pero siempre que pueda, mi idea es hacer cosas acá, porque hay un gran potencial”.



francofasoli.com.ar facebook.com/francofasolijaz


Revolución digital


Mike Harrison es el quinto artista de TEN, un proyecto sin fines de lucro de Fotolia, cabecilla en la industria del banco de imágenes. Hoy se podrá descargar la obra de este artista de Londres y utilizarla como base para seguir creando.

Txt Etienne Baigorri

Mike Harrison
La propuesta busca hacer del arte digital, de lo creativo y educativo, una puerta de entrada para todos, a través del trabajo de 10 artistas que una vez por mes liberan por un día entero alguna de sus obras y, de alguna manera, todos sus secretos. De esta forma, todos los navegantes podrán descargar la obra en un archivo en photoshop y jugar con ella, desarmarla, agregarle o quitarle luces y sombras y todo reto creativo que despierte la imagen. “Las primeras cuatro obras artísticas tuvieron más de 110 mil descargas en su día de lanzamiento”, cuenta Alejandro Ventura, director regional de Fotolia.

Hoy se presenta el 5° artista de la segunda temporada de TEN, se trata del londinense Mike Harrison, artista autodidacta, diseñador gráfico e ilustrador. Diseñó para Nike y para The Wall Street Journal, además de colaborar en las revistas ComputerArts e IdN. Para la puesta de TEN, Harrison presenta su obra Sólo un juego, que está basada en la figura de un toro. Lo poderoso de este animal le permitió crear buena energía y complejidad. “Quería crear una ilustración de gran energía vagamente basada en las corridas de toros, pero añadiendo un aspecto lúdico mediante cierto colores y elementos”, define Harrison. 

Con el objetivo de conocer más a este artista el equipo de TEN y Fotolia produjo dos videos, subtitulados en 12 idiomas, en los que se ve a Harrison en su ambiente de trabajo. Uno de ellos  tiene que ver más con su mundo personal, mientras que el otro revela sus técnicas creativas y se podrá descargar desde la web del proyecto.

Gustavo Brigante
En 2012 Fotolia seleccionó al argentino Gustavo Brigante como uno de los 10 artistas a nivel mundial para armar la Colección TEN, por sus trabajos internacionales y su reputación en el mundo de las agrupaciones de arte digital: “El proyecto de Fotolia es muy motivante y a la vez difícil de trabajar por el tema libre, porque uno se puede perder. Lo más positivo fue tener todos los recursos posibles y que ahora estas fotografías formarán parte del banco y estarán allí disponibles para otros fotógrafos”, rescató Brigante. Su obra estuvo disponible para descargar en enero de este año.

TEN nació a mediados del 2011 con la idea de replicar el modelo del banco de imágenes digital de Fotolia y con el horizonte de democratizar las imágenes. De esta manera, gente de todo el mundo tiene acceso a este sitio que promete una receta difícil de lograr: alta calidad a bajo costo. “Este fue el concepto que revolucionó esta industria”, confiesa Ventura.

La obra de Harrison se puede descargar acá: www.tenbyfotolia.com

Más info para seguir a los próximos artistas: http://www.facebook.com/TenCollectionArgentina

Flashero


Llegó hace casi una década de Rosario y hace cuatros años que la está rompiendo en Buenos Aires. Diego Andrés Martínez, DAM, se inmiscuyó en el mundillo de la moda y no tiene pensado salir de ahí. 

Txt. Etienne Baigorri | Ph. Ezequiel Sambresqui

Diseñador Gráfico con título, porque según la familia algo había que estudiar, dibujante de esos que nacen con el don y encima lo desarrollan, fanático del papel y de las formas orgánicas que ofrece la naturaleza, Diego Andrés Martínez, DAM, exploró y explotó todas esas facetas para armar el artista que hoy es fetiche de grandes marcas. Su historia quebró con una contradicción que sin suponerlo lo catapultó al lugar protagónico que empieza a ocupar: “Trabajaba como encargado en un local de Palermo, cada tanto armaba alguna vidriera, pero no era lo mismo. Llegó un tope en el que no podía seguir, empezé a frickear”, recuerda. La frase hecha “de algo hay que vivir” pesaba en la cabeza inspiradora de DAM y, como muchos, le buscó la vuelta: “Empecé a llevar mis dibujos al local un poco a escondidas y se los vendía a los extranjeros. Una vez un tipo me compró como mil dólares en dibujos. Le había gustado todo. Y ahí empezó a caer la ficha”. La renuncia fue inminente y luego de unos días de reseteo en el sur, volvió a Buenos Aires a buscar sus oportunidades.

La diseñadora independiente María Lombardi fue de las primeras en descubrir a DAM y la inauguración de su local en Recoleta, en el 2009, fue vidriera para ambos. Diego se encargó de producir la ambientación e hizo a la vez de artista y vidrierista. Limó con unas cabezas de pájaros que llevaban puestas los maniquíes. Eran grandes, con colores vivos y texturas que daban ganas de tocar las plumas que sobrepasaban los hombros de los muñecos. Lo insólito pegó: “Todo el mundo flasheó con las cabezas, con los pájaros y con toda esa locura. Desde ahí me empezaron a llamar para otras marcas”, cuenta el rosarino que se anima a autodefinirse como “un artista que interviene espacios”. 

Lo interesante en DAM es la interacción de su obra con el espacio específico en el que nace y en el que muere. Su arte es efímero. “Un trabajo de tres semanas se arma y se desarma en una noche”. Cada lugar a intervenir es diferente, maneja distintas situaciones y complejidades y eso es lo que lo vuelve original. Cada obra se identifica con el ambiente, la idea puede variar del boceto a la realidad, pero en todos los casos resultaría imposible su reproducción en otro sitio. La obra se completa con el espacio. “Soy muy de trabajar con lo que tengo a mano y todo se vuelve una pieza única”, resalta DAM. 

Algo parecido pasa con los materiales que usa, el papel es su caballo de batalla. De colores, satinados, opacos, pintados, como sea, pero papel. No hay una técnica en esto, “es inspiración y trabajo bajo presión”, revela. Nada está predeterminado, todo empieza con el lápiz delineando formas de plumas en un papel y una cabeza de telgopor para sacar las dimensiones. “A veces me angustio porque no se hacia dónde voy, no se cómo va a quedar, pero a medida que voy avanzando se me aparece la imagen del trabajo terminado y me tranquilizo”, cuenta Diego y desmitifica esa idea que liga rigurosidad con talento. “La clave es la observación”, asegura. “Soy muy observador. Miro detalles todo el tiempo y eso te enseña, te regala ideas. También me inspiro con revistas, yendo a museos, ir a ver artistas nuevos con los que flasheo con lo que hacen y no puedo creer cómo se les ocurren algunas cosas, y un poco te bajoneás”, ironiza. 

DAM no encuentra límites, cuánto más loca pue-da ser la cosa mejor y eso le gustó a la fotógrafa de los famosos calendarios, Gaby Herbstein. “Un día me suena el teléfono y me saluda Gaby. Me quedé helado”, recuerda todavía sorprendido. Así fue como llegó la propuesta de dirigir el arte del almanaque de este año, que rememora dife-rentes formas de celebrar. El barroco y el dorado son una fija en las fotos en las que posaron las actrices Celeste Cid, Sofía Gala, Sabrina Garciarena, Esmeralda Mitre, Jazmin Stuart, Belén Blanco y la modelo Belén Chavanne. Lo ingenioso y el detalle están en cada producción que se valió de elementos existentes, pero se desnaturalizó su uso y su lugar original para lograr un fuerte impacto visual, al que hay que darle unos segundos para descubrir cada guiño del artista. 

diegomartinez.tumblr.com