Flashero


Llegó hace casi una década de Rosario y hace cuatros años que la está rompiendo en Buenos Aires. Diego Andrés Martínez, DAM, se inmiscuyó en el mundillo de la moda y no tiene pensado salir de ahí. 

Txt. Etienne Baigorri | Ph. Ezequiel Sambresqui

Diseñador Gráfico con título, porque según la familia algo había que estudiar, dibujante de esos que nacen con el don y encima lo desarrollan, fanático del papel y de las formas orgánicas que ofrece la naturaleza, Diego Andrés Martínez, DAM, exploró y explotó todas esas facetas para armar el artista que hoy es fetiche de grandes marcas. Su historia quebró con una contradicción que sin suponerlo lo catapultó al lugar protagónico que empieza a ocupar: “Trabajaba como encargado en un local de Palermo, cada tanto armaba alguna vidriera, pero no era lo mismo. Llegó un tope en el que no podía seguir, empezé a frickear”, recuerda. La frase hecha “de algo hay que vivir” pesaba en la cabeza inspiradora de DAM y, como muchos, le buscó la vuelta: “Empecé a llevar mis dibujos al local un poco a escondidas y se los vendía a los extranjeros. Una vez un tipo me compró como mil dólares en dibujos. Le había gustado todo. Y ahí empezó a caer la ficha”. La renuncia fue inminente y luego de unos días de reseteo en el sur, volvió a Buenos Aires a buscar sus oportunidades.

La diseñadora independiente María Lombardi fue de las primeras en descubrir a DAM y la inauguración de su local en Recoleta, en el 2009, fue vidriera para ambos. Diego se encargó de producir la ambientación e hizo a la vez de artista y vidrierista. Limó con unas cabezas de pájaros que llevaban puestas los maniquíes. Eran grandes, con colores vivos y texturas que daban ganas de tocar las plumas que sobrepasaban los hombros de los muñecos. Lo insólito pegó: “Todo el mundo flasheó con las cabezas, con los pájaros y con toda esa locura. Desde ahí me empezaron a llamar para otras marcas”, cuenta el rosarino que se anima a autodefinirse como “un artista que interviene espacios”. 

Lo interesante en DAM es la interacción de su obra con el espacio específico en el que nace y en el que muere. Su arte es efímero. “Un trabajo de tres semanas se arma y se desarma en una noche”. Cada lugar a intervenir es diferente, maneja distintas situaciones y complejidades y eso es lo que lo vuelve original. Cada obra se identifica con el ambiente, la idea puede variar del boceto a la realidad, pero en todos los casos resultaría imposible su reproducción en otro sitio. La obra se completa con el espacio. “Soy muy de trabajar con lo que tengo a mano y todo se vuelve una pieza única”, resalta DAM. 

Algo parecido pasa con los materiales que usa, el papel es su caballo de batalla. De colores, satinados, opacos, pintados, como sea, pero papel. No hay una técnica en esto, “es inspiración y trabajo bajo presión”, revela. Nada está predeterminado, todo empieza con el lápiz delineando formas de plumas en un papel y una cabeza de telgopor para sacar las dimensiones. “A veces me angustio porque no se hacia dónde voy, no se cómo va a quedar, pero a medida que voy avanzando se me aparece la imagen del trabajo terminado y me tranquilizo”, cuenta Diego y desmitifica esa idea que liga rigurosidad con talento. “La clave es la observación”, asegura. “Soy muy observador. Miro detalles todo el tiempo y eso te enseña, te regala ideas. También me inspiro con revistas, yendo a museos, ir a ver artistas nuevos con los que flasheo con lo que hacen y no puedo creer cómo se les ocurren algunas cosas, y un poco te bajoneás”, ironiza. 

DAM no encuentra límites, cuánto más loca pue-da ser la cosa mejor y eso le gustó a la fotógrafa de los famosos calendarios, Gaby Herbstein. “Un día me suena el teléfono y me saluda Gaby. Me quedé helado”, recuerda todavía sorprendido. Así fue como llegó la propuesta de dirigir el arte del almanaque de este año, que rememora dife-rentes formas de celebrar. El barroco y el dorado son una fija en las fotos en las que posaron las actrices Celeste Cid, Sofía Gala, Sabrina Garciarena, Esmeralda Mitre, Jazmin Stuart, Belén Blanco y la modelo Belén Chavanne. Lo ingenioso y el detalle están en cada producción que se valió de elementos existentes, pero se desnaturalizó su uso y su lugar original para lograr un fuerte impacto visual, al que hay que darle unos segundos para descubrir cada guiño del artista. 

diegomartinez.tumblr.com

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