Eddie
Soloway, un fotógrafo pictórico.
Por
Lucía Levy @lululevy
Bruma, de Eddie Soloway |
“Estoy enamorado de la Patagonia”, confiesa vía Skype Eddie Soloway, el fotógrafo de National Geographic y docente de la escuela Nikon que hoy a las 18.30 estará en el Malba dando una charla abierta y gratuita organizada por la galería de arte Central de Proyectos y titulada “Memories, Moons and Imagination”. El próximo fin de semana, el fotógrafo estadounidense también estará al frente de un workshop.
Soloway reconoce que detrás de cada fotografía suya hay una
historia que merece ser contada, pero que lo más importante es saber
encontrar la voz propia, una manera de ver y sentir que sea única e
irrepetible, “eso es lo que diferencia a un fotógrafo de otro”,
afirma. Está apurado, aunque no se le note en la voz calma: en diez
minutos debe salir para tomar su avión, pero igualmente acepta conversar con Cultra.
¿Recordás
cuándo y cómo te enamoraste de los paisajes, la naturaleza y la
fotografía?
Antes
de que la fotografía apareciera en mi vida, cuando era muy niño, me
pasaba días enteros caminando en los bosques, yendo de campamento o
andando en kayak
y canoas. Para mí eso era la felicidad máxima, no había nada
mejor, y recuerdo que no podía esperar a hacerlo otra vez. Era un
chico en ese entonces, y supuestamente tenía que prestarle más
atención a la escuela, pero pasaba mucho tiempo por ahí,
investigando, caminando.
¿Cuál
es la mejor parte de enseñar fotografía?
Cuando
ves el fuego que se enciende en los ojos de tus alumnos, es muy
gratificante lograr que eso suceda. Lo que más me gusta es ayudarlos
a encontrar sus fuentes de inspiración, y enseñarles el camino para
que abran los ojos y vean lo lindo que es el mundo.
Intimate blue, de Eddie Soloway |
En
tu sitio decís que es muy importante para un fotógrafo lograr “un
ojo natural”, ¿esto quiere decir que es indispensable ver cientos
de lugares para aprender a abrir los ojos de otra manera?
Totalmente.
Si le
das a una persona dos opciones: una, tener un buen ojo y poder ver
más allá, y la otra, entender la tecnología de la fotografía, yo
siempre me quedaría con tener buen ojo porque eso es lo que los
fotógrafos queremos lograr y nutrir. Siempre vas a poder aprender
las cuestiones técnicas de la fotografía, pero tener buen ojo es lo
mejor que te puede pasar, ver a tu manera, no hay dos personas que
vean el mundo de la misma manera, y allí reside la gracia y lo
interesante de la cuestión.
¿Qué
les dirías a los fotógrafos que recién están comenzando?
Mi
mejor consejo es que se tomen el tiempo para ver, para mirar en
serio, que lo disfruten, que no hagan todo apurados. Hoy vivimos en
un mundo donde todo, absolutamente todo es instantáneo, y eso te
confunde. Está bueno tomarse el tiempo para hacer las cosas bien. Mi
otro consejo es que intenten descubrir sus verdaderas voces. Hay
tantos fotógrafos en el mundo que muchas veces es difícil imaginar
qué podés aportar de nuevo y diferente, pero se puede lograr si te
das tiempo y le ponés ganas a escuchar lo que tu propia voz te dice.
¿Alguna
vez mirás con ojo crítico tus primeras fotografías?
Es
interesante lo que sucede con mis primeros trabajos porque en el
workshop
que voy a dar muestro algunas de esas fotos viejas, pero no las
critico, no me siento mal, más que nada las miro con ternura y
sonrío. Sería más fácil ser crítico y hacerlas bolsa, pero son
mis comienzos, aprendí con ellas y eran lo mejor que tenía en ese
entonces y son la prueba de que con trabajo y paciencia, lentamente
mejorás como profesional.
Iris, de Eddie Soloway |
Tus
obras parecen pinturas
más que fotografías, tienen un alto contenido pictórico, son muy
abstractas y la fusión de los colores hace pensar en óleos, ¿con
qué propósito lo hacés? ¿O es algo que sale naturalmente?
Cuando
empecé, hace ya muchos años, mis fotos eran una copia fiel de lo
real. Luego comencé a inspirarme con algunos pintores, escritores y
poetas que lograron que se abrieran varias puertas en mí. Gracias a
ellos aprendí a capturar la esencia de las cosas. Le
presto mucha atención a lo que los paisajes me hacen sentir, y desde
allí me permito jugar con el foco, la forma, los detalles, los
colores, el movimiento. Intento capturar lo que el elemento
fotografiado me hace sentir en ese momento. Lo bueno de mis
fotografías es que todo está hecho con la cámara, no hay nada
hecho con un software especial, las edito en la cámara misma.
Es
difícil de entender para alguien que no es fotógrafo cómo uno
puede distinguir qué cosas valen la pena fotografiar. Estás
en un lugar hermoso, con un paisaje increíble, pero ¿cómo te das
cuenta qué es lo que debés inmortalizar con tu cámara?
Es
una muy buena pregunta, interesante.
La respuesta es bastante simple en realidad: vas a un lugar, estás
allí y debés tomarte tu tiempo, hacerlo con calma, uno no va
corriendo sacando fotos a cualquier cosa, estás expectante viendo
qué es lo que hay allí, cómo te hace sentir lo que estás viendo.
Si mezclás eso con años de experiencia, finalmente ves que algo
está sucediendo allí mismo, lo entendés, lo atrapás. El otro día,
por ejemplo, estaba en la Patagonia, y a simple vista uno podría
decir que el paisaje era oscuro, frío y distante, pero para mí,
todo eso era una fiesta de colores, el viento movía las ramas
otoñales
y yo sólo veía trazos de pinceles. "Soy
como un chico jugando con lo que tiene a mano"
.
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