El señor de los vinilos


El fotógrafo y periodista Pablo Garber adelanta detalles sobre la muestra que expondrá durante este mes en el Centro Cultural Recoleta, con la cual recorrerá una época a través de las tapas de los discos.

Txt. Gonzalo Sánchez Segovia - @gonzalo_ss | Ph. Laura Grosskopf

Un hombre sostiene un vinilo de Almendra que le cubre la cara. Está parado en el zaguán de la casa que pertenecía a la familia Spinetta, en Belgrano, donde la banda ensayaba a fines de los sesenta. En esa época, él solía sentarse en la vereda a escuchar los ensayos de su banda favorita, que practicaba en el living.

Esta imagen y otras similares se podrán ver del 5 de septiembre al 7 de octubre en la muestra Ponete un disco, que el fotógrafo Pablo Garber expondrá en el Centro Cultural Recoleta, y en la que propone “un recorrido por la era del vinilo a través de sus tapas, que distintas personalidades del quehacer cultural y social han seleccionado como marcadoras de una importante etapa de su vida”. Las fotografías rememoran los tiempos en los que sentarse a escuchar música era una actividad que implicaba sumergirse en una obra sin ningún tipo de distracción y los diseños de los vinilos acompañaban el viaje sonoro con un refuerzo estético. Para el artista, lo importante no es quién, sino qué y cómo: “No estoy retratando personas. La persona le presta el cuerpo al disco. Quiero facilitar la identificación de cada uno con la foto, y quiero que sea con el disco o la situación. El disco es el protagonista, por eso no aclaro quién es el que está en la foto”.

A diferencia del fenómeno Sleeveface, el cual muestra a la persona con la cara cubierta por un vinilo para crear la ilusión de continuación de la tapa del disco, el proceso de creación que utiliza Garber genera un vínculo entre el pasado y el presente: “Para crear la imagen le pido a la persona que recuerde la época en que escuchaba vinilos y elija ese con el que más se identificaba. Después decidimos dónde hacer la fotografía, en un lugar o entorno que represente algo de su presente”.

Cada fotografía encierra una historia que se relaciona directamente con la música y el objeto de deseo en el que se convirtieron los vinilos –ya que las personas los guardan aunque no tengan un reproductor-, algo que Pablo viene explorando en sus trabajos anteriores. “Me gusta el trabajo seriado y esta muestra es consecuencia de todas las series que fui haciendo. Empecé a investigar nuestra identidad en un trabajo anterior que llamé Las cosas que no quieren morir. Allí fotografié a amigos con su objeto fetiche, esos que uno guarda por un motivo no utilitario. En esa ocasión excluí a los discos y libros porque uno los guarda por su contenido. Buscaba otros que no tienen una utilidad específica pero igual generan un afecto especial, recuerdan algún momento de la vida”, cuenta.


Otra búsqueda que Pablo manifiesta en sus muestras, ya que también es periodista, es la combinación de imagen y texto. Como su intención es documentar una situación particular de una época, también se vale de los testimonios de personalidades fuertemente relacionadas la fotografía: “La serie cuenta con más de 60 fotos. Y no sólo de amigos, sino también de gente que está metida en ese mundo: músicos, productores, diseñadores, DJs, periodistas especializados, empresarios discográficos”.

Desde el punto de vista estético, el vinilo brindaba más espacio para que artistas, fotógrafos o los mismos músicos jugaran con el arte de tapa. Esto también favorecía la posibilidad de generar curiosidad en el público a partir de la imagen. “El vinilo era un buen contenedor para la obra. Los artistas lo pensaban como algo relacionado con el concepto del álbum”, recuerda.

Pablo planea editar para fin de año un libro objeto que recopile todas las fotografías y testimonios. Quienes asistan a la muestra podrán realizar una compra anticipada a través de la web idea.me. En relación con lo que los vinilos generan en muchas personas, la idea es poder disfrutar de las fotografías en un formato que represente el valor del trabajo: “Ver fotos en la web es interesante, pero también le quita re-levancia. En este caso la tapa del disco ocupa, a veces, un espacio menor y en la pantalla se puede perder. En cambio, en el libro se podrá ver más detenidamente. Se puede volver. Es una manera de retomar esa cuestión del objeto tangible con el que te relacionas. Aunque no lo pienso como un cierre, va a ser un hito cúlmine del trabajo”.


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