A
través del lenguaje, la fotografía y el diseño gráfico, Eugenio
Palma Genovés logra desnudar lo que sucede en la calle cuando los
demás ojos miran sin ver.
El
diseñador gráfico Eugenio Palma Genovés salió a la calle y la
cuenta como sus ojos la ven: vertiginosa, oscura, colorida, a veces
gris y
nostálgica y otras, deliciosamente bizarra. Como si la vida entera
sucediera allí, Genovés la celebra como espacio en sí mismo a
través del lenguaje del diseño gráfico y cuenta un relato
utilizando puestas tipográficas, señalética urbana y arte digital. Un ojo en la calle se podrá visitar hasta el 22 de julio en la
sala Prometeus del Centro Cultural Recoleta, la entrada es libre y
gratuita, pero las inquietudes que generan las obras - ojalá –
tengan un precio en la mente de cada uno.
“Me
propuse salir a
la calle, no sólo metafóricamente sino también literalmente. El hecho de
mirar al otro, darte cuenta que no estás solo, eso fue lo que me
pasó al principio: salí y empecé a ver imágenes que me llamaban
la atención y comencé a conectar con el otro”, explica Genovés
frente a la pregunta de por qué la elección de la calle como
escenario para desarrollar su mensaje. Armado sólo con una libretita
naranja, su cámara de fotos y las ganas de contar una historia,
Eugenio retrataba todo lo que le llamaba la atención, a la vez que
escribía frases y bocetaba ideas. Así nació la muestra.
La
calle es un lugar de paso, un espacio donde todos nos movemos
constantemente
sin quedarnos quietos, y vos la usaste como disparador de la acción,
como si todo lo lindo y feo de la vida sucediera allí.
Cuando
digo que
celebro la calle como espacio en sí mismo es parecido a esta idea
cursi de que la vida no es el destino sino el viaje mismo. Asocio a
la calle con las ganas de viajar, no sé si de llegar a algún lado,
pero sí viajar.
Intentás
redefinir el rol de espectador y protagonista y también enfrentás
al otro con uno mismo.
Esa
ambigüedad tiene que ver con el espíritu de lo que quiero contar
con mi obra. Hay algo muy concreto que quiero decir a través de las
diferentes piezas, yo quiero inspirar a la gente, al otro,
preguntarles qué quieren hacer con sus vidas: ¿querés mirar o
hacer? Es una propuesta, quiero que el que venga a la muestra se lo
pregunte.
¿Qué
querés provocar en el que visita tu muestra, además de esta idea de
que se planteen si quieren ser protagonistas o espectadores?
Hay
una obra que tiene un signo de pregunta y está inspirada en una
artista argentina que admiro mucho, Graciela Taquini. En una
entrevista ella me dice que no hay mensajes, sólo preguntas, y como
yo vengo del palo de la comunicación, del diseño gráfico,
me revolucionó la cabeza semejante textual porque para mí todo es
una bajada de línea, un mensaje, el contenido es fundamental. Deseo
que los que vayan a mi muestra se pregunten cosas, quiero que paren
un minuto en el medio de la vorágine de imágenes que ofrece la
calle y que piensen lo que están viendo, que cuando miren al otro
entiendan que el otro es uno mismo, las circunstancias que nos
atraviesan pueden ser distintas, pero a todos nos pasa lo mismo.
Todos amamos, todos tenemos temores, perdemos, volvemos a ganar. Eso
es, eso quiero: generarle al otro la inquietud, sacarlo de una
cuestión estática y llevarlo a algo más dinámico. Mi gran anhelo
es que los que salgan de la muestra sientan ganas de salir a vivir, a comerse la calle.
Hasta el 22 de julio en el Centro Cultural Recoleta, Junin 1930. Entrada libre y gratuita.
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