Txt. Nicole Baler
La edición número 7 de
Cultra está por salir a la calle y viene cargada con una agenda apta
para que el invierno que llega no sólo pase a fuerza de películas y
cucharita. Uno de los imperdibles de la cultragenda de este
mes, te invita al Festival Ciudad Emergente en el Centro Cultural Recoleta ,
el 7 de junio a las 18, donde la artista plástica Paula Duró
oficiará de VJ acompañando, en vivo, la música de Chancha Vía
Circuito. Cultra entrevistó a esta treintañera que durante mayo
formó parte de la muestra de la Liga Argentina de ArtistasAficionados a la Astronomía
en el Planetario y que fue seleccionada, junto a otros cuatro
artistas del colectivo No Definitivo,
para viajar a Alemania a exponer sus obras en Kosmos Buenos Aires,
en el Museo de Etnología de Hamburgo del 24 de junio al 24 de
agosto.
Paula Duró por Micaela Torres |
Tu papá
era músico y pintor, ¿cómo influyó eso en tus inicios en la
pintura?
Siempre
había materiales en casa y yo pintaba. Cuando terminé el
secundario, arranqué el IUNA. Después, seguí autodidacta y empecé
a hacer obras y a afinar el estilo. Siempre supe que la pintura era
lo que más me gustaba. Muchos años atrás, por inseguridad, lo veía
poco factible como forma de ganarme la vida. Por eso, hice algo de
arte para cine y televisión pero no me gustó nada. También estudié
cocina, que es un as bajo la manga que siempre me salva. Me fui a
Chile y me quise quedar, vendí unas obras, alquilé un taller y los
fines de semana laburaba en una cocina para bancarme.
Soy la mano gigante que te lleva de paseo. Foto: Mauro Balzarotti |
Como
en todo lo que a uno le gusta, en un momento hay que dar ese salto al
vacío y ahí aparecen las posibilidades. Pero hay que dar ese paso y
no saber qué va a suceder. La primera obra que vendí fue en 2007 en
una galería en San Telmo que ya no existe. Era un autorretrato y la
compró un español que vivía en Brasil. La segunda se vendió en
Chile y ahí empezó a moverse la rueda. Hay mucha gente que tiene
que dedicarse a otra cosa y es una gran pérdida de tiempo y
energías. Lo mío es pura disciplina: me levanto a las 9 de la
mañana y pinto sin parar hasta las 10 de la noche. Doy clases en el
Patio del Liceo y eso me ordena, tengo días y horarios fijos.
¿Cómo
te manejás negociando y vendiendo tus obras?
Hasta
el año pasado yo era mi propia manager. Recién este año, empecé a
trabajar con Braga Menéndez porque es una galería que me gusta mucho. Porque estar con ellos es
lo mismo que si vendiera por mi cuenta. Las galerías se quedan con
un 50 por ciento del valor, entonces la obra se eleva mucho de precio
y a veces se vuelve más difícil venderla. A mí me preguntan mucho
por internet y puedo venderlas directo.
¿Cómo
se calcula el precio que le asignás a una obra?
Hay un
cálculo que se hace por metro cuadrado pero también hay un estándar
que se maneja para los artistas jóvenes y emergentes. Después, hay
algo bastante arbitrario. También la oferta y la demanda juegan como
con cualquier otro producto. Está bueno que la gente pueda acceder a
tener una pintura y que haya distintos precios y tamaños para eso. Las galerías
ofrecen cuotas para que la gente se lo lleve sí o sí. En cuanto a
los aspectos comerciales, no hay grandes
diferencias con el resto de productos.
Paisaje con estrellas...Foto: Mauro Balzarotti |
Tus
pinturas son sumamente llamativas por el uso del color,
¿por qué hacés esa elección?
Surge
en un viaje a Chile en 2009. Ahí conocí a
un artista que se llama Nicolás Manning Mora que hace obras gigantescas geométricas y abstractas y muy coloridas
y le habían dado una pared de diez metros de largo en un centro
cultural en Santiago. Me invitó a pintar una partecita con él y le
habían dado un cofre lleno de pinturas fluo. Cuando terminó, me
regaló un par de esos colores y yo empecé a incorporarlos. Las
primeras pinturas eran mucho más académicas, más duras. En ese
momento no me divertía tanto, era más obse.
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