Miradas des-ocultas

Txt Javier Garat


Miro una foto: una niña encantadora apoyada en el marco de una casa deteriorada y con la mirada clavada en un costado. Podría ser una pequeña sobreviviente en algún pueblo destruido de Europa durante la segunda guerra mundial, pero sus ojos y su actitud me dicen que no. Miro una segunda foto: el cadáver en descomposición temprana de un caballo blanco atraviesa con la cabeza un alambrado en el campo para morder el polvo rojo de la tierra y saciar su sed. Pienso en el desierto y en el monte pero, nuevamente, no. Otra foto: un niño pequeño se tapa los oídos con desesperación, no quiere escuchar pero sus ojos interrogan. Pienso en medio-oriente. Pero acá no hay bombas ruidosas, no hay terroristas.

Lo que acá hay es una villa, muchas villas. Y estas fotos son, como reza el titulo de la muestra, Miradas desde lo oculto. Que la muestra se exhiba en el Centro Cultural Haroldo Conti, es decir, en la ex ESMA, uno de los puntos neurálgicos del proceso de desapariciones y torturas durante la última dictadura, no es casual. En este proceso las villas fueron victimas desconocidas en su ocultamiento, su erradicación y en la desaparición de sus militantes.

La Fundación ph15 entiende al arte como herramienta de inclusión y, por eso, exhiben los frutos de los talleres que dictaron en la villa de emergencia N°15. Barrio que la dictadura del ’76 busco esconder con un muro durante el mundial de futbol del ’78, para volverla invisible a las miradas de la prensa internacional. Por eso ahora se lo conoce como Ciudad Oculta.



La muestra es urgente. Cada foto propone correr a la que sigue para ir tejiendo una trama que aparece con la totalidad pero que siempre insinúa más. Al igual que el barrio, la muestra es un collage que con cada detalle se reconstruye constantemente. Las paredes sin revocar, el cielo cubierto por cables anárquicos como telarañas que unen los dos lados del pasillo y los diferentes objetos que en su segunda vida hacen de maceta.

Allá, un gato salta del techo al pasillo –o al vacío, que es lo mismo-. En otro lugar, una chica esta de espaldas contra una pared, no sabemos si llora o si esta jugando a la escondida. Más acá hay una mochila firmada tres veces con liquid paper por Yesica, Jesy y Yesi. De noche, una nena es atrapada por el flash como una leona en medio de la sabana, su mirada desafía. Hay pocas sonrisas, la de una nena que se hamaca en la plaza y la de una Evita que mira altiva desde la pared. Así uno va escuchando, va mirando, como diría Truman Capote, otras voces, otros ámbitos.

Lo que estos chicos de entre 8 y 22 años y solo uno de 28 nos ofrecen, es una realidad a la que no estamos acostumbrados a acercarnos sin prejuicio. “Tengo que contar lo que me esta pasando y si no puedo con palabras lo voy a hacer con imágenes”, nos dice una de las participantes del taller en el video-documental que se proyecta durante la muestra.

Y efectivamente esto es lo que hacen. No dan razones, no explican. Tampoco piden perdón, por favor o, menos que menos, lástima. Ellos y ellas muestran una realidad contradictoria donde nunca hay unidad o coherencia. En ese torbellino encontraron un faro, la fotografía. A partir de esta entendieron al arte como un proceso de cambio y a ellos como sus agentes. Ahora pueden mirar al mundo de frente y entender que puede ser de otra manera.

Fotos trágicas, encierran notas de dolor. Sin embargo en muchas hay macetas. Hay algo hermoso, diría poético, en esa insistencia por la naturaleza en el medio del caos y la desesperación. En tomarse un momento para rescatar un objeto –una jarra, una lata o una cubierta de auto-, ponerle tierra, un gajo, regarlo, cuidarlo. Quizás es porque, tal como las mujeres que barren el polvo del piso de tierra, una actividad aparentemente inútil, nos revela que aún hay voluntad de cambio, que aún hay esperanzas.*




Disciplina: fotografía
Autor: colectivo, niños y adolescentes participantes de los talleres que la fundación PH 15 desarrolla en la llamada Villa 15 o Ciudad Oculta.
Donde: Centro Cultural Haroldo Conti
Cuando: hasta el 2 de octubre

*Ernesto Sábato, en alguna entrevista, expresó la emoción que le daba ver a las mujeres de los barrios pobres barrer el polvo del piso de tierra como signo de esperanza.

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